SEDICIÓN, TRAICIÓN Y CRIMEN TILDAN LA FIGURA POLÍTICA DE AARON BURR
*Escribió sus memorias refugiado en una casa en Paulus Hook, Jersey City
Por Letra Capitular / Redacción
Jersey City, NJ.- Al hablar de Aaron Burr (1756-1836), de manera obligada se hace referencia a los padres fundadores de la nación estadounidense, sin embargo, para mala fortuna de Burr, en torno a él, pululan de manera particular los fantasmas de la sedición, la traición y el crimen que opacaron para siempre su carrera política y su glorias militares.
El tercer vicepresidente de los Estados Unidos se vio envuelto en dos de los episodios más controversiales de su época. En un duelo en 1804, cuando tenía 48 años, mató a Alexander Hamilton (1755/57-1804) uno de los padres fundadores del país y secretario del tesoro y, tres años más tarde, después de complicados procedimientos legales, fue absuelto de traición cerca de Nueva Orleans.
Aaron Burr era originario de Newark, Nueva Jersey y provenía de una prominente familia de clérigos y eruditos, pero siempre tuvo una vena salvaje. Huérfano cuando era un bebé, fue criado por un tío que encontraría un desafío inculcar disciplina en su sobrino encantador y obstinado.
Estudió teología en Princeton, Nueva Jersey, pero a los 19 años sus pasiones cambiaron y se mudó a Connecticut para estudiar derecho. Con las noticias de las protestas coloniales, junto con los informes del Congreso Continental, se volvió cada vez más inquieto y finalmente, al enterarse de lo ocurrido en Lexington y Concord en 1775, dejó sus estudios para volverse soldado. El joven Burr luchó con distinción y gallardía en la Guerra de la Independencia.
La hoguera de las vanidades…
Burr continuó sus estudios de derecho y fue admitido en el colegio de abogados de Nueva York en 1782. Comenzó una exitosa carrera como abogado y utilizó esto para lanzarse a la política temprana de Nueva York. De 1784 a 1785, Burr sirvió en la Asamblea del Estado de Nueva York. En 1789, Burr fue nombrado Fiscal General del Estado de Nueva York y usó esto aunado a su popularidad en Nueva York para derrotar con éxito al poderoso y rico Phillip Schuyler (suegro de Hamilton) en 1791 y convertirse en senador de Nueva York.
Ahí fue donde se creó la rivalidad venenosa con Alexander Hamilton. En la década de 1790, Burr fue senador de los Estados Unidos y desde 1800 fue vicepresidente del Thomas Jefferson (1743-1826), pero no fue elegido para postularse nuevamente con Jeffferson en 1804.
La enemistad con Hamilton llegó a un punto en el que Burr lo desafió a un duelo. Cada hombre disparó un tiro. Hamilton falló, pero Burr no. Hamilton cayó, mortalmente herido, con una bala de pistola alojada en la columna vertebral, y murió al día siguiente, el 12 de julio de 1804. A más de 200 años de lo ocurrido, la controversia en torno al duelo todavía continúa.
La incursión en terrenos peligrosos…
Después de que Jefferson dejara a Burr como su compañero de fórmula y Burr perdiera las elecciones para gobernador de Nueva York, se fue al oeste en 1805. Si bien sus ambiciones para sus viajes al oeste siguen sin estar claras, sus detractores creían que quería apoderarse de parte del Territorio de Luisiana y anexar parte del territorio de Nueva España con tierras españolas para formar una nación independiente.
Durante sus viajes al oeste, Burr se puso en contacto con funcionarios británicos, ministros españoles e incluso revolucionarios mexicanos. Muchas de estas conexiones acusaron a Burr de prometer una nueva nación e incluso discutieron la conquista de Washington D.C.
Las acciones de Burr no pasaron desapercibidas, muchos periódicos y el fiscal de distrito de Kentucky informaron a Jefferson de los planes de Burr. Finalmente, cuando James Wilkinson, uno de los co-conspiradores de Burr, presentó una carta acusando a Burr de traición, Jefferson inmediatamente ordenó que arrestaran a su exvicepresidente. Burr fue arrestado y juzgado por cargos de traición.
El presidente de la Corte Suprema, John Marshall, absolvió a Burr, argumentando que faltaban pruebas contra Burr y que cometió conspiración, pero no tomó ninguna medida contra él el gobierno estadounidense. A pesar de ser absuelto, el juicio completo destruyó la carrera política y la imagen pública de Burr.
De héroe a villano…
La jubilación de Burr se convirtió en la trágica historia de un hombre fracasado que vagaba por el mundo en busca de un mínimo de éxito. Dejó los Estados Unidos en 1808 y viajó a Inglaterra con la esperanza de recibir apoyo para una revolución mexicana. Los funcionarios británicos ordenaron a Burr que saliera del país, por lo que huyó a Francia para buscar el apoyo de Napoleón para una revolución, los franceses tampoco estaban interesados en la trama.
Demasiado pobre para financiar un viaje a casa, el otrora poderoso estadista esperó en Francia hasta 1811 cuando un barco francés pudo llevarlo de regreso a los Estados Unidos. De vuelta a casa, Burr cambió su apellido a "Edwards" y volvió a ejercer la abogacía. En 1833 se casó con la rica socialité Eliza Jumel. Sin embargo, el matrimonio duró poco ya que Burr desperdició su riqueza. Burr murió profundamente endeudado el 14 de septiembre de 1836, el mismo día en que se concedió el divorcio de su esposa.
Burr fue una vez un héroe estadounidense. Sin embargo, a partir de su duelo con Hamilton, Burr vio cómo su carrera se deterioraba rápidamente y lo perdió todo: poder, posición, riqueza e incluso su herencia a través de su apellido. Burr, que una vez fue un héroe estadounidense, murió como un icónico villano estadounidense. Tenía ochenta años cuando falleció en Port Richmond en Staten Island en 1836.
Aaron Burr escribió sus memorias en el actual vecindario de Paulus Hook, en Jersey City, Nueva Jersey, ahí pasó tres años, en una casa ubicada en la calle Sussex, donde antiguamente había un fuerte británico al inmueble se le conocía como La Casa Blanca.