Por Letra Capitular / Redacción
Jersey City, NJ.- Conocido como el "arquitecto de Nueva York", -sobrenombre que le atribuyó The New York Times cuando falleció el 2 de febrero de 1908-, el arquitecto y constructor español, Rafael Gustavino (Valencia,1842) dejó en la ciudad de los rascacielos una herencia de 360 obras entre las que se encuentran símbolos urbanos como la estación Gran Central, la entrada del Carnegie Hall o el Museo de Historia Natural, por mencionar algunas.
Todas ellas tienen las bóvedas tabicadas de ladrillo plano de origen árabe y larga tradición en el mediterráneo español, con las que conquistó el sueño americano. Su gran logro técnico fue agrandarlas para albergar monumentales edificios públicos para el deleite del ciudadano.
La razón de las bóvedas fue evitar que los incendios consumieran los edificios. Así nació la Gustavino Fireproof Construction Company, que llegó a tener 12 oficinas por todo Estados Unidos, más 24 patentes de construcción y numerosos proyectos.
Actualmente las obras de Gustavino siguen imponentes, dando una lección de la mejor arquitectura civil. Así, es imposible pasear por Nueva York sin pasar por debajo de una de sus bóvedas. El mejor y más claro ejemplo es la "Galería de los susurros" en el sótano de Grand Central, cuyos arcos de doble parábola permiten que dos personas puedan tener una conversación de columna a columna sin alzar la voz.